El análisis de causa raíz es una técnica básica en ingeniería que sirve para identificar de una forma estructurada y objetiva cuál es el origen último de un determinado incidente, ya que solo a partir de dicho conocimiento seremos capaces de establecer medidas correctivas y/o preventivas que ayuden a evitar que ese incidente se repita en el futuro.
Existen numerosas metodologías desarrolladas al respecto, que se basan en herramientas de todo tipo (análisis forenses, entrevistas, elementos gráficos, etc.) pero todas ellas tienen por objeto eliminar los prejucios y evitar sacar conclusiones aceleradas.
Muchas veces, los aspectos más evidentes de un suceso, o los más llamativos, nos impiden ver otros subyacentes que pueden tener mucho más calado. Incluso nuestras ideas preconcebidas sobre cómo deben ser las cosas condicionan nuestra interpretación de los hechos y nos conducen a conclusiones que no están suficientemente evidenciadas con datos objetivos.
Y si equivocamos el diagnóstico a la hora de identificar las causas por las que suceden las cosas, acabaremos planteando tratamientos inútiles, o incluso contraproducentes.
Este era el hilo conductor de casi todos los capítulos de una serie de médicos muy famosa de hace unos años llamada House.
Pues bien, con el análisis de la violencia pasa exactamente lo mismo. Existen muchos tipos de violencia, o mejor dicho, existen muchos desencadenantes de violencia. Porque cuando hablamos de tipos de violencia deberíamos estar hablando de violencia física, violencia psicológica, violencia sostenida, violencia explosiva... pero cuando hablamos de violencia de género, violencia homófoba, violencia política, violencia en el fútbol, etc. en realidad estamos hablando de las supuestas causas que la desencadenan. Una puñalada en el pecho es una puñalada en el pecho, se produzca por celos, por odio, por avaricia...
A mi modo de ver todas esas violencias existen y muchas otras, y no hay unas que sean mejores que otras, pero ese no es el objeto de este post.
Lo que quería remarcar es que cuando analizamos las cosas, las diseccionamos, las ordenamos y las clasificamos, lo tenemos que hacer con un objetivo determinado. Yo entiendo que en el caso de la violencia, el objetivo es erradicarlas, identificar qué ha fallado para haber llegado a ese punto, para poder remediarlo. Y con ese fin, el análisis a realizar debe ser de causa raíz, objetivo, argumentado y alejado del prejucio.
Observo sin embargo que en la actualidad muchos de esos análisis se realizan en base únicamente a lo más aparente, a lo más inmediato. Se mezclan churras con merinas para que sirvan de argumento al ideal preconcebido que interesa alimentar. Si el crimen lo comete un inmigrante, la causa es la inmigración ilegal. Si la víctima es homosexual, el crimen es homófobo. Si la víctima es mujer y el homicida hombre, es violencia de género. Y no creo que ese sea el buen camino.
Por supuesto que existen los crímenes machistas, por supuesto que existen los crímenes de odio, pero no todo lo que se viste como tal hoy en día lo es. De nada sirve tampoco hacer clasificaciones que no atienden a la causa raíz, y solo a la consecuencia.
Existen los crímes machistas, pero no existen la violencia de género. No hay una cuestión abierta entre los hombres y las mujeres. No existen tales cosas como el supuesto patriarcado y la supuesta sororidad. Los hombres no están asociados para perjudicar a las mujeres, no existe una hermandad masculina. Es sencillamente falso.
Existen los crímenes machistas, por supuesto, porque el machismo enciende la violencia de algunos hombres. Pero no todos los hombres que agreden a mujeres lo hacen por machismo, ni todos los crimenes machistas se cometen contra mujeres. Hay mujeres que mueren a manos de hombres que toda su vida se han comportado impecablemente con otras mujeres, que han sido estupendos compañeros de trabajo, vecinos o amigos de otras mujeres. Porque su problema no era con las mujeres en general, sino con una sola de ellas, muy concreta. Hay delitos que se catalogan de género cuando en realidad son delitos que surgen de los celos, del narcisismo, de la impotencia, del orgullo, de la avaricia, de la lujuria... Sin embargo, hay delitos machistas que se ceban con víctimas que no son mujeres, como los niños u otros hombres.
Hay machistas que nunca comenten crímenes, porque su machismo no está por encima de ese límite en su escala de valores.
Recientemente ha muerto de una paliza un joven homosexual, y desde varios ámbitos incluso gubernamentales, antes ni siquiera de tener claros los hechos más inmediatos, ya se han dado por sentadas las causas. Como la víctima era homosexual, fue un crimen homófobo, cuando las circunstancias aparentes de dicho homicidio no eran diferentes de las de muchos otros anteriores en las que las víctimas fueron hombres heterosexuales. Una trifulca en el exterior de un bar de copas. Que el motivo que haya disparado la agresión haya sido únicamente la condición de la víctima es algo que habrá que ver y analizar, pero si por apresurarnos en clasificarlo como homófobo se nos escapan otras posibles causas (alcohol, agresividad innata, pandillismo, rencillas previas, matonismo o cualquier otra) poco nos va a servir para evitar que en el futuro se repita.
Si fuésemos capaces de clasificar correctamente las casuas de la violencia, podríamos ser mucho más eficaces en la implantación de las medidas que permitan controlarlas. Habrá aspectos que se podrán prevenir y otros que sencillamente seguirán sucediendo porque son propios de la condición humana. Podremos identificar patrones, colectivos, herramientas a medida que desplegar de manera más eficiente.
La violencia es algo odioso. Si a mi me van a matar, no me consuela mucho que lo hagan para robarme o para castigarme por lo que pienso. Ni que mi asesino sea de un determinado color. Yo lo que quiero es poder pasear con tranquilidad y seguridad. Y si quiero que así sea, debo exigir que quien tiene la responsabilidad de protegerme no se deje llevar por la demagogia o la ideología, sino que analice de manera sistemática cuál es la causa raiz de la violencia, y a partir de ahí, disponga los medios necesarios para erradicarla.